Hace ya algún tiempo, teniendo la inquietud de conocer la parte sur de América el destino me llevo a tomar mi pasaporte y mi maleta y tomar un vuelo con rumbo a Chile. No sabía que esperar de un país tan lejando teniendo como base México DF.
Al llegar a Santiago, me sorprendió la amabilidad de la gente local y tomé un taxi que me llevó a un pequeño hotel cerca del mercado central. A primera vista Santiago me parecía una ciudad bastante pintoresca con un aire distinto a mi ciudad natal, de pronto al ver la cordillera de los Andes vino a mi cabeza la famosa canción de Amaral "son mis amigos" y la época que pasé en España; parecía que la canción de Amaral se repetía en mi caso particular.
Luego de descansar un poco en el hotel (mi vuelo duro casi 9 horas) me dirigí a caminar sin rumbo, llegando al mercado central en el cual no dejé de apreciar los olores y colores tan vistosos siendo la especialidad los pescados y mariscos.
Siendo aún muy temprano para probar alimentos, seguí caminando hasta llegar a un cerro bastante peculiar que contaba con un funicular y un acceso al zoológico de Santiago.
Abordé el funicular y llegué hasta lo alto del cerro para apreciar de lejos la ciudad de Santiago y del otro lado, la cordillera de los Andes! qué maravilla, parecía como si el tiempo se hubiera detenido.
Un poco más tarde regresé al mercado para comer un poco y visitar algunas de las plazas más famosas de Santiago, no sé por qué, pero esa ciudad me recordaba bastante a la capital española de Madrid.
Cuando comenzó a oscurecer preferí regresar al hotel ya que después de haber recorrido tantos lugares por el día estaba exhausto.
En un siguente blog les platicaré sobre mis posteriores visitas en Chile.